La ermita de San Román se encuentra en medio de la antigua ruta de trashumancia que discurre entre el Pirineo (Broto) y las tierras bajas (Mequinenza). Tradicionalmente las tierras del Somontano han sido atravesadas por grandes rebaños que subían hacia los pastos pirenaicos para pasar allí el verano y bajaban de nuevo a la Tierra Plana en busca de inviernos más benignos. La ermita fue lugar de parada frecuente entre los pastores que realizaban dicha ruta, muchos de los cuales hacían noche en la casa adosada a la propia ermita, que hacía las veces de hospedería; junto a ella existió un descansadero para los rebaños trashumantes.
Se trata de una voluminosa ermita barroca de finales del siglo XVIII, construida en mampostería reforzada por sillares en los ángulos. Su planta es aproximadamente de cruz latina con una nave única dividida en tres tramos.
El tramo de los pies acoge un coro alto sobre un forjado plano, el segundo aparece cubierto por una bóveda de cañón con lunetos y presenta dos capillas laterales y el tercero se cubre con una gran cúpula sobre pechinas, sin tambor ni linterna y con las ventanas de iluminación actualmente cegadas; este tramo también presenta dos capillas laterales abiertas por medio de grandes arcos de medio punto, que crean la sensación de estar ante un espacio centralizado. El presbiterio se cubre con bóveda de cañón con lunetos y presenta una decoración pintada en llamativos colores de carácter popular.
Adosada a ella sigue en pie una casa que corresponde a la residencia del ermitaño y que era precisamente la que funcionaba como hospedería. Y en la misma plaza los visitantes encontrarán una cruz de término alzada en el medio.







