El rey Jaime I firmó un 18 de junio de 1274 el privilegio de monopolio por el que la sal de Naval pasó a ser la única que se podía ser adquirida en un amplio territorio que abarca desde Ballobar al puerto de Bielsa, desde la sierra de Montes Negros o de Alcubierre hasta el puerto de Santa Cristina, desde el río Cinca hasta el río Gállego, desde la Sierra de Troncedo hasta Berdún, y desde Berdún a San Esteban de Orastre.
Pero debió ser desde siglos atrás que ya venía extrayendo la sal en Naval. El proceso de producción se inicia con la conducción del agua del manantial salino hasta las pozas y pozancas. En la poza de gran tamaño se distribuía de manera regular el caudal de agua hacia las eras y se lograba una alta concentración de sal y uniforme con el fin de favorecer el proceso de cristalización.
Desde la poza, guiada por canales de madera, el agua salada se distribuye en eras (balsas poco profundas) donde el agua se irá evaporando por la acción del viento y el sol. Se pierde agua, cristaliza la sal y una costra salina flota en la superficie de la balsa: son las flores de sal.
Cuando ya no queda agua, la sal de recoge de la era usando rastrillos de madera y la amontonan a un lado de la era, para que se seque. Tras esto, se almacena en las casetas y ya está lista para su uso.
En la actualidad el salinar de la Rolda es un espacio para el ocio, donde el visitante puede bañarse u obtener beneficios terapéuticos a través de tratamientos o con los propios baños en el agua altamente salina.












