Este templo de la Asunción fue construido en dos etapas. En una primera fase se edificó la cabecera, el primer tramo de la nave y las dos capillas abiertas a él, elementos que se superpusieron a la nave de una primitiva iglesia, probablemente románica.
Hasta 1558 no prosiguieron las obras. Entonces el Concejo de Castellón del Puente contrató con dos canteros guipuzcoanos el derribo de lo que quedaba de la iglesia vieja y la construcción de la torre, de tres tramos más en la nave y de dos nuevas capillas, todo de estructura similar a lo ya existente.
La homogeneidad en el resultado final de las obras se impuso sobre las nuevas modas que el siglo XVI había traído consigo, de tal modo que en vez de cubrirse los tramos de la nave con airosas bóvedas de crucería estrellada, como las que se estaban construyendo por entonces en todo el Somontano, aquí se siguieron utilizando sencillas bóvedas de crucería cuatripartita, de gruesos y arcaicos nervios.
La torre del templo, visible desde varios kilómetros de distancia, es una de las más bellas del Somontano. La armonía de sus proporciones y el lenguaje clásico utilizado en la decoración, la convirtieron en una obra de referencia para la época.
Adosados a su segundo cuerpo se construyeron cuatro garitones, abiertos a cada uno de los puntos cardinales, para conjurar o esconjurar las tormentas, a las que se tenía un terror atávico.
Se creía que eran provocadas por las brujas (había quienes las habían visto volar sobre grandes nubarrones, dirigiendo tormentas de pedrisco) y se decía que dentro de cada bola de granizo se podía encontrar el pelo de una de ellas. Para esconjurar las tormentas se pronunciaban determinadas fórmulas dirigidas a los cuatro puntos cardinales y se hacían tañer las campanas.





