Pocas pistas ofrece este edificio construido en piedra de mampostería que declaren su finalidad religiosa en sus elementos externos, salvo su espadaña y su altar exterior, usado con ocasión de la romería del primero de mayo, cuando la congregación es multitudinaria.
Tanto al interior como al exterior destaca su sobriedad decorativa, en donde todo permanece supeditado a la funcionalidad y al pragmatismo constructivo. La única concesión en el interior es la bóveda de cañón que soporta la techumbre a dos aguas. El primitivo edificio fue ampliado con un pórtico.
San Pedro de Verona, también conocido como San Pedro Mártir, fue un influyente fraile dominico del siglo XIII que combatió la herejía cátara, lo cual lo llevó a ser nombrado inquisidor en Lombardía. Esto le costó la vida de una forma muy macabra que es recordada en su representación iconográfica: con un cuchillo atravesándole el pecho y otro la cabeza. Además, se le representa portando la palma de su martirio y el evangelio en donde se leen sus últimas palabras (Credo in Deum). La devoción por el santo en Graus se debe a que perteneció a la orden mendicante de predicadores, igual que el patrón de la villa, San Vicente Ferrer. Y en especial contribuyó la existencia desde 1599 del convento de los dominicos, situado en la calle del Barranco, operativo hasta su definitiva demolición en la década de 1960.
Cada primero de mayo se celebra la festividad de San Pedro de Verona, acudiéndose en romería desde Graus. Los actos principales de la fiesta consisten en la procesión, encabezada por la bandera de la cofradía. Tras ella, los grausinos acompañan al santo portado en la peana, y se realiza la bendición de términos a los cuatro puntos cardinales del municipio. Finalmente, los actos religiosos culminan en la celebración de la misa y el reparto de torta y vino, tras lo que se produce una comida campestre. Es el momento más lúdico, con rifas y música que acompañarán el resto de la jornada. De regreso, ya en Graus, tiene lugar el baile de despedida.

