Castillo de Montearagón
El castillo-abadía de Montearagón, símbolo para la población de Quicena, referente arquitectónico e histórico de la provincia de Huesca y Monumento Nacional desde 1931, ha reabierto sus puertas después de varios años de obras de consolidación de una fortaleza construida en 1086 por Sancho Ramírez, para asediar y reconquistar la capital oscense del poder musulmán.
La construcción románica, de espíritu defensivo y carácter recio, acogió en 1093 por orden del rey Pedro I una Canónica bajo la regla de San Agustín, lo que supuso el traslado de la comunidad de clérigos de Loarre, instituyendo en ella la Capilla Real de Aragón y erigiéndose durante la Edad Media, ya como monasterio, como la abadía más rica y poderosa de Aragón.
Habitado durante 900 años, el castillo, de perímetro amurallado y forma hexagonal, con la iglesia dedicada en su origen a Jesús Nazareno adosada y formando parte de la muralla, conserva estructuras que abarcan desde el siglo XI hasta el XX, y le confieren un gran y heterogéneo valor cultural y turístico. Dentro de su dominante alma románica abriga la estética barroca que le dotó Felipe II y, en menor medida, la gótica del siglo XV. La fortificación, superviviente del tiempo de la expoliación de material aprovechable para el levantamiento de otros edificios, dos incendios y desamortizaciones, preside, con su regio armazón, un mirador excepcional. Sobre un cerro sin vegetación distante apenas a cinco kilómetros al este de la ciudad se puede disfrutar de toda la Hoya de Huesca, de la sierra de Guara y del Salto de Roldán, con los Pirineos cincelados al fondo.
Los vestigios del esplendor del castillo de Montearagón, de su ingente significado en la historia, se manifiestan en Huesca, concretamente en el retablo mayor labrado en 1506 por Gil de Morlanes el Viejo, trasladado a la Catedral; el sepulcro del rey Alfonso I el Batallador, en el claustro de San Pedro el Viejo desde 1845, y distintas obras de arte que se exponen en el Museo Diocesano.
Desde su reapertura al público en marzo de 2024, hay servicio de visitas guiadas durante todo el año, así como un calendario de visitas con recreación histórica.

Museo Provincial de Huesca
Fundado en 1873 gracias a Don Valentín Carderera. Desde 1968 está instalado en la antigua Universidad Sertoriana. Edificio barroco de planta octogonal levantado en el siglo XVII como sede de la entonces Universidad de Huesca, anexo a dependencias del antiguo Palacio de los Reyes de Aragón de época medieval. Conserva muestras de arqueología y bellas artes de toda la provincia. Su curiosa planta octogonal en torno a un patio interior porticado alberga cuatro salas de Arqueología, con un enfoque expositivo claramente didáctico, y cuatro de Bellas Artes. Las dependencias del antiguo Palacio Real acogen exposiciones temporales. Destaca especialmente la llamada Sala de la Campana, supuesto escenario del trágico desenlace de la Leyenda de La Campana de Huesca, de origen medieval. La sección de Arqueología muestra hallazgos de piezas de periodos que abarcan desde la prehistoria a la época medieval, y la de Bellas Artes una reconocida colección de obras pictóricas comprendidas entre los siglos XV y XX, destacando la pintura gótica, los “Toros de Burdeos” de Goya y la obra completa de Ramón Acín.
Museo Diocesano de Huesca
Contiene una interesante exposición sobre arte sacro. El Museo está concebido con criterios didácticos, mantenidos tanto en su organización de conjunto y salas, como en la información que acompaña a cada pieza. Las obras expuestas están repartidas entre la Sala capitular, Claustro gótico e Iglesia parroquial de la Catedral, donde están instaladas respectivamente las salas de Orfebrería, Arte Medieval y Arte del Renacimiento y Barroco.
Iglesia de San Pedro El Viejo
Declarado Monumento Nacional en 1885, es un puro exponente del románico aragonés y una de las dos joyas arquitectónicas del patrimonio monumental de la ciudad y del Altoaragón. Situada en el casco antiguo de la ciudad, fue erigida sobre el que había sido el templo del barrio mozárabe de la ciudad musulmana. En 1117 fue donado a la orden benedictina y comenzaron las obras del monasterio bajo la traza románica que hoy podemos admirar.
Valioso es el tímpano de la portada norte. Muestra un crismón trinitario magnífico sujeto por dos ángeles de gran belleza. El crismón, elemento común en las iglesias románicas aragonesas, es el monograma de Cristo, que aquí se acompaña de las letras alfa y omega, primera y final del alfabeto griego, en referencia a un Cristo que es el Principio y Fin de todas las cosas.
Posee tres naves cubiertas con altas bóvedas de cañón. La sillería del coro es de 1506. Y al interior, pinturas francogóticas del siglo XIII.
Uno de los elementos más bellos y conocidos es su claustro que data de 1149 si bien se restaura en el siglo XIX. Sobresalen los labrados capiteles románicos, 18 originales y el resto fieles reproducciones realizadas en el XIX, de los originales románicos. Representan la vida de Jesucristo, además de otros motivos históricos o alegóricos, destacando el denominado “capitel de la bailarina”, de un movimiento absolutamente inusual para la época de realización…
En el mismo claustro se encuentra la capilla de San Bartolomé, que alberga el Panteón Real, donde se encuentran los restos de los reyes Alfonso I “El Batallador” y Ramiro II “El Monje”, autor de la cruenta leyenda medieval de La Campana de Huesca.
Catedral de Huesca
Templo gótico levantado sobre el emplazamiento de la antigua mezquita mayor musulmana y mandado construir por Jaime I el Conquistador en 1273. La portada se halla profusamente esculpida y protegida por un gran alero típico aragonés tallado de madera incorporado en el siglo XVI. Muestra diferentes estilos gótico primitivo en su parte inferior (XIII) y flamígero en la superior (XVI). Destaca la fachada por su espléndida decoración, coronada por pináculos. La puerta principal posee siete arcos ojivales, cubiertos de esculturas. En el tímpano vemos las imágenes de la Virgen y el Niño. La Catedral posee una planta de tres naves con crucero y ábside y la torre de la fachada es de base cuadrada y remate octogonal.
El conjunto interior tiene una atmósfera diáfana. Las naves laterales, de menor altura que la central, albergan 14 capillas. Una de las más destacadas es la capilla del Rosario que alberga un retablo gótico, desde la que se accede a la sacristía vieja, y de ésta al archivo catedralicio que guarda libros incunables de los siglos XI al XVI. Son interesantes también las capillas de Lastanosa- mecenas de Baltasar Gracián – y del Santo Cristo de los Milagros- cuya actuación milagrosa, a finales del siglo XV, curó la peste de la ciudad. Sin embargo, una de las piezas más valiosas es su Altar Mayor, que acoge un retablo renacentista de gran belleza (1520 y 1534) obra maestra esculpida en alabastro por Damián Forment en el que se representa la Pasión de Cristo.
Al lado de la catedral se encuentra el Museo Diocesano que está instalado en el antiguo Claustro y Palacio Episcopal. Lo componen las salas de orfebrería, en la antigua Sala Capitular, a los pies del templo, y las de arte medieval, renacentista y barroco, con acceso desde el crucero.









