Sant Julià d’Unarre es una iglesia del siglo XVIII, de una nave. El campanario es de torre cuadrada, con una cubierta de los llamados sombrero de bruja, a ocho aguas. Junto a este recinto también se encuentra uno de los dos esconjuraderos que todavía se conservan en la Vall d’Àneu usados para exorcizar las tormentas.
En su interior destaca el retablo del altar mayor que presenta todos los elementos clásicos del barroco. La mayor parte de las figuras son las originales y parecen hechas por algún taller local. Algunos de los retablos de las capillas laterales son también los originales del siglo XVIII, aunque están más o menos incompletos. Todos ellos forman un importante conjunto de barroco rural que convive con una serie de pinturas murales de finales del siglo XIX o principios del XX. Este conjunto pictórico es bastante singular, tanto por la interpretación de las escenas que representan como por su estilo naíf.
Se puede contemplar también un fragmento de retablo gótico encontrado en la iglesia, que ha sido restaurado.




